Idiomas

La sombra que acaba en una cueva y se convierte en un topo gigante.

Pureza, luz, ausencia total de sombras. ¡Qué poder sería el suyo de allí en adelante! ¡Era un don inesperado, pero allí estaba! ¿Qué sabemos de lo que es la magia? ¡No se puede prever todas las posibilidades! De fijo que ahora, vestido de una blancura perfecta, andando por la vida sin sombra, no volverá a errar en el cálculo jamás. Falsardo, con una sonrisa que era como un cuchillo, echó mano a la campanilla del escritorio y llamó a su aprendiz.

Catchfire, más conocido en España por Favila, es el segundo libro de la saga de fantasía de Graham Dunstan Martin. Su comienzo, que relata la «evolución» del mago Falsardo hacia un ser puro de luz, me viene de perlas para poder dar comienzo a un tema que tiene miga.

Según la RAE (la Real Academia de la Lengua española), y más concretamente su diccionario, dice que miga proviene del latín Mica. Mica a su vez parece provenir de la palabra latina micāre que significa «brillar», palabra que a su vez viene del italiano «brillare». Y así, una tras otra, palabra por palabra que consultes en el RAE, palabra que indica no provenir de un principio puro de español.

Falsardo habría sido un buen español, pintaba maneras desde luego con su manera de pensar. Bueno, el tiene una pequeña salvedad. Esas líneas que os he traído son casi al final del preludio titulado «sol y sombra». Su pugna con el espejo que tiempo atrás le había servido para ver el devenir del reino estaba ahora actuando de manera extraña, afectando a su sombra y a la forma en que él se reflejaba. Y dando tumbos decidió que la mejor manera de enfrentarse a su sombra era desprenderse de ella, y de carambola volverse un ser inerrático.

No busquéis inerrático en la RAE, me acaba de salir por inspiración, no se si divina, pero me la acabo de inventar. Bueno, he seguido unas «normas», he cogido errático que si existe en la RAE y le he añadido el prefijo in- que suele servir para «invertir» el significado de la palabra a la que acompaña. Pero mira por donde, buscando buscando en internet, en el diccionario Valeciá lo traduce por el adjetivo «inerràtic -a.» que si existe su idioma.

La búsqueda de la pureza en el idioma no proviene de un miedo transitorio de algo que ha dejado de ser servicial, de una sombra que gira a nuestro alrededor y trata de desvirtuar nuestra percepción y confundirnos, sino de la búsqueda de algo a que aferrarse, un punto de partida y una seña de identidad inalterable que llegue a rebotar todo aquello que viniese de afuera y manterse inmaculado. Quizás he dado una vuelta muy grande para evitar decir las palabras «ideolgía», «racismo», «pureza de raza» o «bienvenido lo de afuera pero primero lo de adentro», «proteccionismo»…

Lo penséis o no, yo no vengo a despejar el factor que resuelva semejante ecuación, mi motivación es otra. Quisiera llegar a desengranar el uso de la palabra «española» y de como con ello se pretende afianzar algo como nuestro, pero que en realidad tiene una larga historia por detrás y nunca llega a la pureza «española» que se espera. Conocerlo y siendo consciente de ello, sentir que no hay nada puro en el español pero tampoco hay nada malo en ello.

En Favila del señor Dunstan, la sombra de Falsardo no se desvanece sin más y desaparece, sino toma forma de un ser enorme, peludo, que termina morando en una cueva, una que influirá en el devenir de los protagonistas de la historia. Y al igual que la sombra de Falsardo no se desvanece sin más, sucede lo mismo en nuestro idioma. Mejor dicho, con los orígenes de nuestro idioma. Si es que tiene orígenes. Por que yo no lo tengo muy claro.

Es difícil saber que es el español cuando ya de por si es difícil saber que es España. Actualmente somos una monarquía parlamentaria con dos reyes, uno de ellos emérito. Que base más retorcida, un reino con dos reyes… y más en una actualidad donde la figura del rey más parece una reliquia decorativa proveniente de un mundo de cuento que de una realidad actual. Partiendo de esta premisa, no somos precisamente el mejor ejemplo de ejemplaridad de lo que es un país, pero sin embargo está ahí, ha llegado a nuestros días y es nuestra, y tiene una «función» que es la de unirnos en una nación. Nos une… bueno, somos en verdad cincuenta provincias y dos ciudades autonómicas englobadas en diecisiete comunidades autónomas que las une una bandera, una constitución y dos reyes… ¿Hay un país en el mundo así de enrevesado?

Es históricamente enrevesado. La historia de nuestra nación está plagada de invasiones, del transito de muchas civilizaciones siempre o casi siempre adecentado con la sombra de la desavenencia. En un momento de la historia, Toledo fue conocida como la ciudad de las tres culturas, pues en la misma ciudad convivían la comunidad judía, la musulmana y cristiana. Que buen ejemplo de concordia, es la misma que buscamos hoy en día, ¿verdad? Y que llevó a tal logro, ¿pudiera ser el factor determinante para tal momento de concordia la situación geográfica y estratégica de Toledo? Es que en si la península ibérica es puente entre el continente europeo y africano… ahora. ¿Se vería antes igual?

¿Qué sentido puede haber hablar de sentimiento español o de idioma español con una premisa así? Si empiezas a estudiar a fondo, encuentras un meollo de aúpa de culturas, de idiomas y de tantas cosas… pero si tenemos una ciudad como Olivenza en la provincia de Badajoz que se «permite» el lujo de poder otorgar dos nacionalidades a sus habitantes, la española y la portuguesa…

Sacar pecho y decir soy Español sin conocer mínimamente nuestra historia transforma la palabra «español» en una bagatela con la que se pretende expulsar a la misma sombra que a Falsardo le llega a incomodar. Ser español es aceptar que todo cuanto hablamos, decimos, tiene procedencia de fuera de nuestras fronteras actuales y nada de lo que se habla propiamente español es español puro. Nada o casi nada es nuestro, todo es exportado y adaptado. Puedes añadir tanto como quieras a la tortilla en calificativo española que no la hace original de España. Sin embargo tenemos los cachelos…

La identidad Española no puede ser la entidad pura que se pretende. Nada firme la sustenta. No es la cultura apartada libre de influencias desde el principisimo de los tiempos para afirmar algo así, nada ha quedado inamovible para asegurar algo así. Y no es malo proceder y ser una amalgama de culturas como tampoco es malo haber dejado de usar palabras como fruche, carga, fumadga, troje, armun, beldar o empelar la arroba de diferente manera a como se hacía en la época de Miguel de Cervantes.

Arroba proviene del árabe hispánico arrúb‘, y este del árabe clásico rub‘ ‘cuarta parte’ y actualmente la usamos bajo esta grafía: @ . Y carga todos sabemos lo que es, pero según la web cervantes virtual, carga también es esto:
«En cereales, palabra equivalente a cuatro fanegas, es decir, a unos 150 kilogramos de grano. En uva equivalía a cuatro cuévanos. La carga era lo que se cargaba a una caballería: dos fanegas o dos cuévanos a cada lado.»

Todo cuanto usamos nos ha llegado de culturas y lugares muy dispares, y en ese contexto en el que estamos sucede igual pero con un incremento exponencial sin precedentes. Usamos palabras que surgen en la otra punta del mundo que algunas veces se quedan y se adaptan y otras veces se marchan, y no por eso el idioma se corrompe o lo hace peor. Vale, muy probablemente nuestro idioma es muy rico y se puede expresar de todo, pero terminamos adaptándolas del original. Takoyaki son bolitas de pulpo pero si provienen de nihonn y se llaman así, ¿por qué no seguir usando así? En la cocina peruana que hay mucha fusión de cocina china y japonesa, se ha dejado de llamar al jengibre como tal y se le conoce como kion, la manera de llamarlo en china, sin embargo en un reciente documental francés de preparar «sushi» lo titularon literal en francés, «poisson cru» (me pregunto si le llaman así a «sushi» todos los franceses…). Casualmente en francés veneno es también «poison» como en inglés y prácticamente se pronuncian igual. Y así una tras otra tras otra tras otra. Todo nuestros idiomas están echo de «soramimi» del vecino, la forma a veces de decir una cosa y escuchar otra cosa. También podríamos usar «soramimi» para algo así, ¿no creéis? Aunque he encontrado en Wikipedia que la palabra adecuada para eso es «pomporruta». Y no, no viene en la RAE.

Si de puertas para afuera el mundo es un constante estar chihuán, que decir de puestas para dentro. Internamente en España nos llevamos a matar, sin sacar los cuchillos ni llegar la sangre al rio, pero nos llevamos fatal. Pero no es mas que el fruto de siglos de desavenencia arreglado con acuerdos puntuales que algunos perduran en el tiempo y otros no tanto. El echo que de un día para otro alguien decidiera casar a los reyes católicos Isabel y Fernando y unificar todos los condados en un solo país no significa nada. Todos vemos España de una manera tan diferente que quizás se veía necesario establecer una base sin la venda de la ideología y del sentir. Y quizás sea esa la razón por la que nació la Real academia de la lengua Española.

El idioma es algo vivo y algo como una institución por muy longeva e institucional que sea no va a lograr que perdure en el tiempo, pero no podemos tratarla como la sombra de Falsardo. Puedes estar o no de acuerdo con ella, y está bien, pues de final las personas de a pie somos las que hemos venido dando vida al lenguaje, en nuestras manos está que el asturianu o el aragonés por ejemplo, no queden relegados en el olvido, y no de una institución pública. Y en el contexto que vivimos, que contamos con unas herramientas jamás vistas, podemos divulgar nuestro idioma favorito, querido, adorado, materno y hacerlas que no queden relegadas en el olvido más absoluto. Es que de esos idiomas también ha bebido el español que hablamos en la actualidad. ¿Quién es a día de hoy capaz de poner punto de partida en el español actual? Ni siquiera leemos el Quijote como realmente lo escribió Cervantes…

Aunque hubiese llegado a nuestros días el último de los tartésicos de raza pura y hubiera recibido de sus antepasados todo el conocimiento de la historia de lo que ha sucedido en la península ibérica, habría disparidad de opiniones, hasta incluso esa persona no habría sido capaz de mantener el idioma del primero de los suyos.

Yo tengo el poder sobre todos vosotros pues obra en mi el libro que mas sabe de España :V

Tartesos es probablemente la pureza que buscamos, es el reino peninsular al que los españoles nos deberíamos fijar como puro, como nuestra propio, pero ni tenemos ninguna palabra suya de uso actual, ni mantenemos sus dioses ni su cultura y ni siquiera ha llegado a día de hoy una ciudad a la que visitar y conocer su cultura. No es referente en prácticamente nada y sin embargo podríamos estar usando en la actualidad la lengua de las estelas. Pero la actualidad hablamos español, que a su vez tiene una cantidad de variantes que ni te imaginas, con infinidad de modismos, de variantes, de mezclas con otros idiomas que ha llegado a nuestros días como es el tagalong. A todas ellas, respect tronco, respect.

Os preguntareis… ¿Qué pasó al final con Falsardo? ¿Recuperó la cordura y a su sombra? ¿Se le fue mazo la hoya e hizo explosionar el Reino de la obra? ¿Quizás llegó a ser verdaderamente el ser inerrático que siempre daba con la solución adecuada? Falsardio en verdad se encontró con serios problemas durante toda la obra, pero eso os dejo a vosotros que lo descubráis. Como también os dejo descubráis el verdadero significado de español (si es que lo hay). Sólo os pido una cosa, mandar bien lejos esas opiniones de cuñaos como dicen ahora y mostrar respeto e interés por ese vecino, compatriota o ser humano que por razones de la vida habla español o parecido. No seas Falsardo y trates a la tropa como la sombra que debe terminar en una cueva.

Un saludo a todos y gracias por leer.

Tags : SUPEINN
lugoilmer

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Puede que no siempre hagamos lo correcto, pero seguro que tampoco estamos totalmente equivocados.
Somos la significancia insignificante en un mundo que es más pequeño de lo que parece y más grande de lo que es.

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